Por: Dr. Álvaro Heller

Cuando abordamos casos clínicos de pacientes adultos, observamos las siguientes características generales:

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Con frecuencia, el color puede ser más intenso (A3 o mayor) y esta intensidad debemos lograrla desde la dentina, con dentinas deFORMA (A3D, p.e.), o con un tono opaco (WD) al que se cubre con un tono más intenso ( A4B, p.e.).

 

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Este paso en el que colocamos una dentina opaca (o un opaco) sirve para controlar un paso excesivo de la luz. Suele ocurrir que, por la luz que se pierde en la oscuridad de la garganta, cuando restauramos un ángulo o un borde incisal, la restauración queda grisácea. Es decir; que la restauración transluce esa oscuridad.

Para evitarlo, debemos colocar un “espejo” en el interior de la restauración para recuperar la luz: el tono opaco WD (recubierto por una fina capa de un tono más intenso como A4B para llegar al “balance de la intensidad” o, en algunas ocasiones, un A3D). Dependiendo del caso, utilizamos la primera opción o la segunda.

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El esmalte suele ser un translúcido, ya que los dientes adultos presentan un mayor pasaje de luz que los jóvenes (aunque pueda pensarse lo contrario). Esto se debe a que, con el paso de los años, el adulto va perdiendo materia orgánica y agua en esmalte y dentina, y mineralizando ambas capas y, por principio físico, la luz pasa mejor por las sustancias inorgánicas. Este podría ser un A3E, o de mayor intensidad si así se busca.

A veces, para lograr mayor difusión, puede ser utilizado un opalescente neutral (tono Translucent), en una pequeña capa. Este tono contribuye a la difusión de la luz, completando lo conseguido por el “espejo” interno de opaco.

Como corolario, y beneficio adicional, la luz se orienta al esmalte adyacente a la restauración, lo que evita el halo oscuro (interferencia destructiva de la luz, concepto bien conocido en física).

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No se recrean mamelones y se restaura el borde incisal, para alcanzar la anatomía natural del paciente mayor, que es de formas rectas y no redondeadas. Por lo tanto, solo con el manejo de la anatomía incisal, no aparecerá el halo blanco en este caso.

 Si además queremos recrear las fisuras naturales tenues y los leves cambios de color (y de índice de refracción) en un esmalte adulto mayor, podemos recurrir a “la técnica de los cinco esmaltes” y el excelente manejo de la tixotropía de esta resina compuesta, así como sus asombrosas características de manipulación, sea con pincel, con silicona o con instrumentos metálicos (con o sin humectador: el Wetting Resin).

Con FORMA, podemos resolver muchísimos casos diferentes con unos pocos tonos, logrando un resultado predecible y exitoso.

 


 

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  • Grabado por la Universidad de la República del Uruguay 1984.
  • Especialista en ontología estética ,oclusión implantología rehabilitación oral, odontología restauradora.
  • Conferencista internacional autor y miembro directivo de SOLA.
  • Práctica privada enfocada en ontología mínimamente invasiva y adhesiva estética odontología restauradora e implantología.